La sociedad venezolana vive una polarización extrema |
La sociedad venezolana vive una polarización extrema desde al menos
una década atrás. Sin embargo, su división crónica hizo crisis desde las
elecciones del reciente 14 de abril, cuando el país quedó oficialmente dividido
en dos mitades de magnitudes casi idénticas por unos resultados que, en
cualquier caso, la oposición cuestiona.
Mientras el oficialista Nicolás
Maduro busca dar a su gobierno de 10 días un carácter de hecho consumado e
irreversible, el líder opositor Henrique Capriles Radonski –candidato derrotado
por un estrecho margen de poco más de un punto porcentual - parece condenado a
consumirse en la frustración de un callejón sin salida, al tener que llevar la
impugnación del proceso electoral ante un Tribunal Supremo de Justicia (TSJ),
que el chavismo controla.
A pesar de que el mismo Capriles Radonski a menudo ha expresado su
esperanza de que el reclamo opositor llegue a instancias internacionales, con
ello alude a ámbitos del derecho internacional antes que a mediaciones, de las
que la oposición se siente escarmentada.
“La experiencia con mediaciones internacionales no es la más
fructífera en este país”, advierte el internacionalista Carlos Romero. “Desde
el proceso de la llamada Mesa de Diálogo de 2003, las gestiones internacionales
posteriores al Referendo Revocatorio de 2004, y los sucesivos eventos
electorales, la oposición ha quedado con la impresión de que esos mediadores
terminan favoreciendo al gobierno”.
Romero cita la reciente actuación del ex vicepresidente argentino,
Carlos Chacho Álvarez, al frente de la delegación de “acompañantes” electorales
de la Unión Sudamericana (Unasur), como otro episodio que reforzó tal
prejuicio.
Para mayor dificultad, el oficialismo, aunque muy activo por estas
fechas en el frente internacional, lo que quiere es recolectar apoyos pero sin
poner en duda la legitimidad del gobierno y su origen electoral.
“El gobierno no cree que haya nada en qué mediar”, asegura Romero, y
recuerda que no es gratuito que la revolución se haya empeñado en clavar sus
picas en otros poderes, como el TSJ o el Consejo Nacional de Electoral (CNE),
para asegurarse que las elecciones presidenciales sean proclamadas como
intachables e irreversibles. “Definitivamente, no hay condiciones para una
mediación”.
En corrillos políticos de Caracas surgió con fuerza este lunes la
versión de que, justamente desde Washington DC —donde el canciller García
Margallo ofreció sus buenos oficios—, se estaría conformando una misión
internacional para la crisis venezolana, auspiciada por el Secretario General
de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, en
conjunto con el Centro Carter, de Atlanta, (Georgia, Estados Unidos).
El ex embajador de Panamá ante la OEA, Gullermo Cochez –destituido de
su cargo en enero pasado por el presidente Ricardo Martinelli, luego de que en
una sesión del organismo hemisférico criticara a Insulza y a Venezuela- se hizo
eco de esas versiones en su cuenta de twitter y las amplió en declaraciones a
la televisión de su país, asegurando que la misión estaría encabezada por el ex
presidente panameño, Martín Torrijos, quien acudió como miembro del equipo de
observadores del Centro Carter en las elecciones venezolanas del 14 de abril.
“No tiene ningún sentido la iniciativa de Insulza”, desestimó Cochez
la misión en ciernes, a la que calificó de “tardía” y de sesgada en favor del
chavismo, por el historial de sus presuntos integrantes.
Consultada al respecto, desde Atlanta , Jennifer McCoy, Directora del
Programa para las Américas del Centro Carter, negó la especie. “No tenemos
planeada ninguna misión”.
Contrariamente a los augurios adversos, Ramón José Medina, coordinador
del Equipo Técnico del opositor Comando Simón Bolívar y Secretario Ejecutivo
adjunto de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) —pero, sobre todo, una suerte
de canciller del gabinete en la sombra—, dio la bienvenida a cualquier
mediación “que contribuya a resolver esta crisis provocada por el organismo
electoral, sobre todo, ofrecida por una nación como España a la que nos unen
lazos históricos y con la que siempre hemos contado desde que regresó a la
democracia. Pero, claro, yo no sé cómo le podría caer esa oferta al gobierno”,
expresa cierta reserva, recordando la airada reacción que tuvieron Maduro y la
cancillería venezolana cuando, hace un par de semanas, llamaron a consultas al
embajador en Madrid para consultas tras entender que España estaría dudando en
reconocer al gobierno electo.
Admitió que el comando opositor espera llevar su contencioso a “los
organismos multinacionales en los que Venezuela participa, como la OEA y
Mercosur, que cuentan con cartas democráticas y una serie de requisitos mínimos
para considerar si un Estado es democrático o no”.
Medina también dejó saber que, alertados por las informaciones que el
ex embajador Cochez difundió sobre una inminente misión de la OEA, se
comunicaron con la Secretaría General del organismo. “Aunque no hablamos con Insulza,
recibimos seguridades de que no hay nada oficial a ese respecto”.
Aun así no descarta la posibilidad de que una misión internacional
tenga ya un cometido en Venezuela, toda vez que, a su juicio, “la crisis rebasó
lo exclusivamente electoral, que no se puede dejar de lado, pero a lo que se
agregaron la represión que el gobierno ha desatado, la violencia instigada por
el oficialismo que ahora nos quiere endilgar a nosotros, y la censura a los
diputados de la oposición en la Asamblea Nacional”.
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