Cárcel de Guantanamo |
Más de cuatro años después –todo un mandato presidencial- y con 100
presos en huelga de hambre –sobre un total de 166-, Barack Obama ha retomado
hoy con fiereza dialéctica el controvertido tema de Guantánamo al decir que
debe de ser cerrado y así lo iba a intentar. “Sigo creyendo que tenemos que
cerrar Guantánamo”, ha dicho el presidente de Estados Unidos recordando que no
había olvidado la promesa que hizo al llegar a la Casa Blanca en 2009 de que
echaría el cerrojo al centro de detención en un año.
Dicen las encuestas que los estadounidenses son cada vez más
indiferentes al futuro del penal, que no está en sus preocupaciones inmediatas.
Pero ningún mandatario desea tener sobre su Administración la mancha de un solo
fallecido por una huelga de hambre, como le sucedió a Margaret Thatcher a
principios de los ochenta, que llegó a sumar 10, entre ellos Bobby Sands, el
oficial al mando del IRA provisional, que antes de morir en la tristemente
célebre prisión de Maze llegó a convertirse en parlamentario británico. La
muerte de Sands sumó miembros a las filas del IRA.
“Guantánamo es caro y es ineficaz”, ha comenzado por decir Obama.
“Daña nuestra imagen internacional y reduce la cooperación con nuestros aliados
en los esfuerzos antiterroristas”, ha proseguido el mandatario, que pragmático
ha concluído que era “una herramienta para el reclutamiento de extremistas”.
“Es necesario cerrarlo”, ha puntualizado de nuevo.
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