Allá por el 1800 el cura de San Juan de los Remedios, en la provincia de Villa Clara, organizó a los niños para que el 24 de diciembre a las 6 de la mañana recorrieran los barrios haciendo bulla y despertando a los vecinos con el fin de que acudieran a la misa.
Seguramente nunca se imaginó que estaba dando inicio a una fiesta popular que se mantendría durante siglos, inaugurando una forma de vivir la navidad muy cubana pero poco ortodoxa, bailando en las calles a ritmo de conga y lanzando miles de fuegos artificiales.
"Las parrandas de Remedios" es la fiesta más antigua y espontánea de Cuba, no hay discursos políticos ni burocráticos actos culturales. Dos barrios, San Salvador y El Carmen, compiten cada año por vencer en un enfrentamiento de luces, música, colores y fuego.
Durante meses los parranderos de uno y otro bando trabajan en secreto construyendo un gigantesco mural con juegos de luces, una monumental carroza alegórica y acumulando decenas de miles de fuegos artificiales para un espectacular combate aéreo.
Para hospedarse en Remedios en la Noche Buena se reserva desde enero porque las capacidades estatales y particulares se completan enseguida. Puede uno alquilarse en algún pueblo cercano pero entonces podrá dormir por la madrugada y ya no será lo mismo.
Nosotros llegamos el día 23 y nos hospedamos en el mismo centro del pueblo, frente al parque donde se desarrollan todas las batallas. A las 6 de la mañana del día siguiente nos dio el de pie una andanada de cientos de explosiones que hacían temblar las paredes de la casa.
Muy a pesar del cura que comenzó la tradición, la mayoría de la gente no acude a la iglesia sino al parque a parrandear y contemplar los primeros fuegos artificiales anunciando el inicio de la fiesta, que se prolongará sin interrupción durante 24 horas.
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