Venezuela.- El chavismo ha vuelto a exprimir al máximo la épica semirreligiosa en torno a su líder fallecido a lo largo de una jornada marcada por el pasado (el recuerdo) y el presente (la crisis política). Denominaciones grandilocuentes e hipérboles que tratan de aliviar su ausencia y la realidad de todos los días.
El aparato propagandístico ha usado y abusado hoy de distintas denominaciones para recordar a Chávez: comandante supremo y eterno de la revolución bolivariana, profeta de Cristo y Bolívar, comandante natural, militante de la causa socialista verdadera, gigante de América, mesías de los pobres, líder invicto, poeta subversivo, gran resucitador, eterno jefe, el gran democratizador, cristo redentor de los pobres…
Mil y una denominaciones revolucionarias que a la retórica bolivariana suma la pomposa dialéctica de Corea del Norte. En el país asiático bautizaron a Kim Il-Sung como el Gran Líder y presidente eterno de la República. Su hijo le sucedió como querido líder y líder supremo.
El lenguaje de George Orwell adaptado al socialismo del siglo XXI. O la palabrería bolivariana, acuñada por Heinz Dieterich, antiguo gurú ideológico de Chávez, que tanto molestaba a Lula da Silva.
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