Entre 1914 y
1918, los países industrializados más poderosos del mundo se enfrentaron en el
campo de batalla. Las nuevas armas de la era moderna -proyectiles, morteros de
trincheras y ametralladoras- se usaron contra millones de hombres.Se estima que
26 millones de soldados cayeron en combate. Los equipos médicos que luchaban
para salvar vidas fueron puestos bajo una increíble presión.
Hoy en día, el
personal del Centro Real para la Medicina de Defensa del hospital Queen
Elizabeth, en Birmingham, Reino Unido, está a la vanguardia de la medicina
militar, y todavía utiliza algunas de las técnicas desarrolladas hace un siglo.
El trabajo en
un hospital de la Primera Guerra Mundial era muy precario. Hacia enero de 1915,
las autoridades médicas británicas se dieron cuenta que muchos soldados estaban
muriendo antes de tener acceso a un tratamiento adecuado.
Desde el inicio
de la guerra se tuvieron que realizar cirugías en las instalaciones médicas
dispuestas en la retaguardia de los frentes de combate. En cuestión de meses,
estos centros eran más parecidos a un hospital de combate que a su función
original como estación de despacho de heridos. Cirujanos y
enfermeras militares terminaron operando en centros de trauma de tiendas de
campaña, ubicados muchas veces al alcance del oído de los combates.
Henry Souttar,
un distinguido cirujano, describió la situación que encontró cuando instalaba
su hospital en un pueblo de Bélgica. "No teníamos escalpelo, tampoco
hemostato ni sutura. Algunos doctores belgas que estuvieron trabajando allí nos
prestaron una pequeña caja de instrumentos elementales, y eso fue absolutamente
todo lo que teníamos."
"No
teníamos escalpelo, tampoco hemostato ni sutura. Algunos doctores belgas que
estuvieron trabajando allí nos prestaron una pequeña caja de instrumentos
elementales, y eso fue absolutamente todo lo que teníamos".
"En cuatro
días ingresaron 350 pacientes, todos con heridas de naturaleza terrible. Los
brazos y las piernas estaban desgarrados o colgando de tiras, horribles heridas
en la cabeza dejaban expuesto el cerebro. Durante cuatro días y cuatro noches
el quirófano estuvo funcionando sin parar, hasta que uno se enfermaba con sólo
ver sangre".
Si bien los
cirujanos en los hospitales militares podían esperar trabajar en mejores
condiciones que las descritas en los hospitales voluntarios como los de
Souttar, ellos se mantuvieron significativamente bajos de recursos.
Incluso en
grandes hospitales, lejos del frente de batalla, había poco respiro. Un
hospital base típico contaba con aproximadamente 300 personas trabajando.
A partir de
1917, este personal médico podía tener la responsabilidad de cuidar hasta a
2.500 pacientes al mismo tiempo. Muchos de los doctores y enfermeras que hoy
trabajan en el Centro Real para la Medicina de Defensa han estado en el frente
de batalla.
En ciertos
aspectos, el tratamiento para soldados heridos durante la Gran Guerra no era
muy distinto al que se utiliza en la actualidad.
Sin frente de batalla
Al igual que
hace 100 años, la velocidad es el elemento más importante para salvar vidas. "En
un lugar, como Afganistán, realmente no hay un frente de batalla. La rapidez
del tratamiento es totalmente crucial", explica el comandante del ejército
británico Robert Scott.
Mientras que
hace 100 años existían camillas para trasladar las bajas al puesto de ayuda, lo
que se tiene ahora es al Equipo de Respuesta de Emergencia Médica, compuesto de
helicópteros con médicos y enfermeros listos para llevar al herido al hospital
de campaña.
La primera vez
que los doctores se dieron cuenta de los beneficios de almacenar la sangre para
tratar heridas de guerra fue hace 100 años. Ahora, es una parte esencial del
tratamiento y está salvando vidas que de otra forma se hubieran perdido.
"En el
terreno, los médicos pueden empezar a suministrar sangre tan pronto como llegan
(al sitio donde está el herido). Y eso te da una buena probabilidad de que el
paciente sobreviva y pueda llegar al hospital para tener el tratamiento
necesario", señala la enfermera Jennifer Stevens.
"Así como
en la Primera Guerra Mundial se utilizaron trenes para regresar a las personas
a los hospitales en Londres, ahora tenemos helicópteros para, primero, ofrecer
tratamiento inmediato en el hospital de campaña y, después, trasladarlo vía
aérea al Reino Unido", comenta el cirujano Robert Scott. "He tenido a
casos que han sido operados literalmente 18 horas después de haber sido
heridos. Yo creo que eso es bastante rápido".
Desarrollo tecnológico
Las heridas
causadas a millones de soldados en la Primera Guerra Mundial propiciaron el
desarrollo de nuevas técnicas médicas e invenciones:
1. Bancos de
sangre:
El ejército
británico inició la práctica de utilizar transfusiones de sangre para tratar a
soldados heridos. Esta se transfería directamente de una persona a otra. Pero
fue un doctor del ejército estadounidense, capitán Oswald Robertson, quien se
dio cuenta de la necesidad de almacenar la sangre antes de que llegaran las
bajas.
Robertson fue
el primero es abrir un banco de sangre en el frente occidental europeo, en
1917. Utilizo citrato de sodio para prevenir la coagulación.
La sangre se
guardaba durante 28 días y entonces se transportaba a las estaciones de
despachos de heridos donde ayudaba a los cirujanos a salvar vidas.
2. Innovación
tecnológica:
Las
innovaciones desarrolladas en la Gran Guerra tuvieron un gran impacto en los
índices de sobrevivencia, como el entablillado, creado por el cirujano
británico Hugh Owen Thomas, quien aseguró una pierna fracturada.
Al principio de
la guerra, el 80% de todos los soldados con fracturas en el fémur murió. Para
1916, el 80% de los soldados con esta lesión sobrevivió.
3. Rapidez en
el tratamiento:
A partir de
enero de 1915 el equipo médico del ejército británico se trasladó más cerca del
frente de batalla. Los centros de atención estaban mejor equipados y, algo
crucial, más cirujanos estaban cerca del campo de batalla.
Ello permitió
menos demoras en administrar tratamientos que podían salvar vidas. Los soldados
con heridas que antes eran fatales, ahora tenían más posibilidades de
sobrevivir.
El legado
Es mucho lo que
los tratamientos modernos le deben a la Primera Guerra Mundial. La profesora
Christine Hallet, de la Universidad de Manchester explica cómo incluso hoy en
día, las técnicas que se empezaron a usar un siglo atrás, permanecen vigentes:
1. Tratamiento
de choque en heridas:
La sangre se
utiliza de forma rutinaria en hospitales de todo el mundo, con bancos a los que
se puede recurrir cuando sea necesario. En el ejército, los equipo de respuesta
de emergencia médica pueden suministrarle sangre a los heridos en el terreno,
lo que ayuda a prevenir las muertes por choque.
Los avances en
tratamientos de choque de heridas durante la Gran Guerra -desde la utilización
de solución salina, pasando por la donación directa de sangre, hasta llegar al
desarrollo de técnicas para almacenarla- han ayudado a dar forma a la práctica
moderna.
2. Tratamiento
antiséptico de heridas:
Actualmente,
son raras las veces que se ven heridas con infecciones serias, gracias al
descubrimiento de antibióticos en 1928 y su implementación por todo el mundo en
los años 40.
Sin embargo,
mucho de lo que sabemos sobre el tratamiento de heridas se lo debemos a la
experimentación con antisépticos durante esa primera guerra del mundo.
La técnica que
desarrolló el médico, investigador y científico francés Alexis Carrel, el cual
suministra hipoclorito de sodio directamente al tejido dañado, llegó a verse
como la mejor práctica.
Una versión
británica de esa sustancia se continuó usando para tratar heridas hasta finales
del siglo XX.
3. Contención
de infecciones:
La limpieza y
la higiene son armas claves para prevenir la propagación de infecciones. Los
soldados que vivían en paupérrimas condiciones en las trincheras de la Primera
Guerra Mundial estuvieron expuestos a una variedad de infecciones, incluyendo
fiebre tifoidea, que se transmite por los piojos.
El tratamiento
de la llamada fiebre de trinchera amplió nuestro conocimiento sobre cómo
detener la propagación de estas enfermedades, con prácticas más higiénicas
adoptadas en hospitales de combate.
4. Trastorno de
estrés postraumático:
El ejército
moderno tiene un conocimiento más detallado del trauma psicológico, o trastorno
de estrés postraumático. Hoy en día los pacientes se benefician de una amplia gama
de terapias, incluyendo las cognitivo-conductuales.
Durante la
Primera Guerra Mundial, algunos pensaban que ese trastorno era una condición
física causada por la percusión de las explosiones de proyectiles en el tejido
del cerebro.
Otros lo vieron
como una forma grave de estrés psicológico.
Estas
controversias alimentaron el movimiento psicoanalítico a principios del siglo
XX, que puede considerarse como el predecesor de la terapia cognitiva
conductual.
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