La policía ha detenido a cuatro personas, entre ellas
una vecina, por el asesinato del reportero Gregorio Jiménez, de 46 año.
El periodista
mexicano Gregorio Jiménez, de 46 años, fue localizado sin vida en el interior
de una fosa. El reportero independiente que escribía sobre sucesos en dos
periódicos de Coatzacoalcos, al sur de Veracruz, fue secuestrado hace seis días en su casa, con su familia como testigo. El ejército y la marina batieron la zona durante varios días hasta
que dieron con el lugar donde habían sido enterrados los cuerpos.
El asesinato
evidencia la desprotección de la prensa en México. La desaparición del reportero había despertado la indignación a través de
redes sociales de sus compañeros de profesión, hartos de contar víctimas. Más de 70 periodistas mexicanos han sido asesinados en los últimos 12
años, según la organización en defensa de la libertad de expresión Artículo 19.
Los colegas de Jiménez, informadores de periódicos y televisiones locales, se
habían manifestado en días anteriores para exigir a las autoridades que
hicieran lo posible por encontrar al reportero con vida.
La policía ha
detenido a cuatro personas, entre ellas una vecina que supuestamente fue quien
ideó el crimen. A primera hora de la mañana, según han detallado los
investigadores, las autoridades dieron con la casa donde escondieron en un
principio a Jiménez. Allí detuvieron a los secuestradores y estos guiaron a los
agentes hasta la fosa, en la que había otros dos cadáveres.
A lo largo del
martes se conocieron varias versiones -contradictorias- sobre el paradero del
periodista. Un diputado local, Eduardo López Macias, llegó a decir en el
Congreso regional que Jiménez había sido encontrado con vida. Le preguntaron al
político si la solidaridad internacional había dado sus frutos.
"Creo que
la solidaridad de todos los veracruzanos", replicó. La noticia fue
desmentida dos horas después por el propio Gobierno de Veracruz, al este de
México.
Gregorio Jiménez
trabajaba para Notisur. El periódico,
al día siguiente de su desaparición, denunció que el reportero había recibido
amenazas de la dueña de un bar llamado El Mamey. La Procuraduría
-fiscalía- investigó a la mujer. Goyo, como le conocían en la profesión, había
denunciado en sus últimas informaciones que su barrio estaba sufriendo una
oleada de secuestros. Las autoridades no han aclarado si la mujer detenida y la
propietaria del local son la misma persona. La fislcalía detalló que los
captores del comunicador cobraron 20.000 pesos, unos 15.000 dólares, por el
encargo.
Los reporteros
locales de las regiones con mayor tasa de criminalidad en México son los que
más están expuestos a la violencia y la intimidación de los organizaciones
criminales. Veraruz, donde ejercía el reportero, es una de los Estados con
mayor índice de secuestros. Allí también han muerto 10 periodistas desde que
gobierna Javier Duarte. El político recibió el año pasado, de mano de la
asociación mexicana de editores, un reconocimiento a su trabajo "en
defensa de los periodistas".
"No
necesariamente lo mataron a él porque escribiera algo en concreto. Los
criminales, cada cierto tiempo, creen que tienen que lanzar un mensaje de
intimidación a la prensa. Lo hacen de esta forma tan perversa", explica un
investigador británico que lleva una década estudiando los crímenes contra
periodistas latinoamericanos.
Jiménez era un
hombre de recursos humildes. De familia trabajadora y honesta. Últimamente no
quería escribir de sucesos por miedo a que le pasara algo a los suyos.
Finalmente el martes pasado, sobre las 7.30 de la mañana, cuando todavía estaba
amaneciendo, unos hombres entraron por la fuerza a su casa y se lo llevaron
para siempre.
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