Expertos en salud pública de la región estiman que es inminente que el virus chikungunya se extienda a las Américas, mientras que la Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha redoblado sus esfuerzos para preparar a los sistemas de salud de sus países miembro para reducir los riesgos, tras la detección del virus en el Caribe.
El pasado 6 de
diciembre la OMS fue notificada de dos casos confirmados de transmisión
autóctona de chikungunya y 10 sospechas en la parte francesa de la isla
caribeña de St. Martin. Hasta el 24 de enero los casos sumaban 790,
principalmente en esta isla y en Martinicia, según datos de la OPS.
Al igual que el
dengue, el chikungunya se transmite a través de dos tipos de mosquitos (Aedes
aegypti y Aedes albopictus). Ambas enfermedades comparten síntomas como el
dolor de cabeza y fiebres intensas, pero el chikungunya tiene menor mortalidad
y dolor severo de las articulaciones, que se inflaman y causan dolores intensos
que pueden causar postración y volverse crónicos.
La enfermedad
se concentra en África, Asia y el Subcontinente Indio y no tiene tratamiento
específico. Solo se manejan los síntomas. Aunque no hay
modelos de posible dispersión del virus, se estima que es cuestión de tiempo
que se extienda no solo al Caribe continental, sino a América del Norte y del
Sur.
"Nuestra
prioridad es preparar a los países para detectarlo cuándo llegue [y que]
lugares como la República Dominicana, por ejemplo, tengan los protocolos y se
lo detecte precozmente", señala Pilar Ramón-Pardo, asesora para manejo
clínico de enfermedades infecciosas epidémicas de la OPS.
Agrega que en
América existe una red de laboratorios que son los mismos de referencia para el
dengue, a través de la cual se distribuyen protocolos y tecnología para
detectar el virus.
"Ya está
en América, ahora es cuestión de tiempo su dispersión por todo el continente.
Puede ser en un verano, dos o tres, pero llegará", dice Tomás Orduna,
coordinador del Servicio de Medicina del Viajero del Hospital Muñiz de Buenos
Aires.
"El
continente está en alerta todo el año, lo estábamos esperando, así que ya
empieza a formar parte de la formación curricular de los infectólogos y
realizamos acciones como la vigilancia de febriles que vengan de áreas
afectadas", señala.
Un foco de la
prevención es informar a los médicos clínicos sobre la posibilidad confundir
los síntomas con los del dengue.
"Por la
experiencia en otras regiones del mundo, sabemos que la tasa de ataque en un
brote epidémico es muy alta al principio y puede llegar a 35 % de la población
hasta que se inmuniza, pero daña mucho a niños y adultos mayores", dice
Ramón-Pardo.
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