Con la
autorización de la venta libre de motos, autos, camionetas y microbuses, nuevos
y de segunda mano, para cubanos y extranjeros residentes en el país, el gobierno
de Cuba anunció la eliminación de una restricción que se mantuvo durante medio
siglo.
Los cubanos podrán comprar autos de
segunda mano y nuevos, que solo vende el gobierno y tienen un impuesto del
100%. Las autoridades informaron que de ahora en adelante los ingresos de ese gravamen
serán destinados a crear un fondo nacional para fomentar el transporte público.
Hasta ahora, para poder comprar un
auto los cubanos debían contar con la aprobación personal del vicepresidente
del país, algo conocido popularmente como "la carta". Los extranjeros
residentes en Cuba necesitaban una autorización firmada por funcionarios de su
sector.
En 2011, el presidente, Raúl Castro,
autorizó la compraventa de automóviles usados entre cubanos, pero esa primera
apertura no eliminó el requisito de la firma del vicepresidente, prohibía
comprar autos nuevos y limitaba el número de vehículos de un extranjero
residente a dos durante toda su estancia en el país.
Las reacciones
Ema Ferrán dirige un estacionamiento
de automóviles y asegura que "mientras más libertad tenga un ser humano es
mejor. Yo difícilmente me lo pueda comprar porque vivo de mi salario pero el
que pueda, el que haya ahorrado, el que tenga el dinero que se lo compre".
"Para mí todo lo que sea
eliminar prohibiciones estúpidas bienvenido sea", expresó a BBC Mundo la
cubana María Teresa González. Un criterio compartido por muchos en un país que,
al decir del novelista Lisandro Otero, todo lo que no es obligatorio está
prohibido.
"Creo que esa una buena medida
aunque yo no seré uno de los beneficiados. Contribuirá a que se acaben muchos
delitos, inventos y la falsedad que ha habido hasta ahora en ese tema",
indicó el escritor de policiacos Luis Adrián Betancourt. "Creo que esa una
buena medida aunque yo no seré uno de los
beneficiados. Contribuirá a que se acaben muchos delitos, inventos y la
falsedad que ha habido hasta ahora en ese tema"
El comunicado del
gobierno dice que los precios serán "semejantes a los que reconoce el
mercado entre particulares" y el técnico en electrónica Juan D. González,
cree que "sería muy injusto vender a precios de mercado a los que ya
tenían sus cartas y esperaban comprar carros baratos".
Las
cartas
Debido a la prohibición, un automóvil
descapotable de los años 50 en buen estado y con motor diesel llegó a costar
hasta US$60.000. El automóvil fue por años el mayor
"estímulo" que el gobierno entregaba a un cubano en retribución a sus
méritos políticos, laborales, deportivos o artísticos. El asunto tenía tal
trascendencia que los beneficiados decían "me dieron un carro", a
pesar de que tenían que pagarlo.
Con la legalización del dólar en 1993
comenzaron a venderlos también a quienes podían demostrar que habían ganado
divisas legalmente -artistas, diplomáticos, marinos, etc.- pero aún ellos
necesitaban una carta oficial del gobierno que certificaba su derecho de
compra.
Mediante este mecanismo se vendían
unos 200 automóviles usados al mes con lo cual se creó una cola de cerca de
10.000 personas que esperaban con su carta la oportunidad de adquirir uno, lo
cual implica que el último cliente podría tener que esperar unos 50 años.
En abril de este año sorpresivamente
se dejó de vender automóviles a través de las cartas sin dar la menor
explicación y surgieron miles de rumores. Luis Silva, el humorista de moda,
escribió un monólogo en el que festejaba el primer cumpleaños de su
"carta".
El comunicado de este jueves reconoce
que la carta está "obsoleta" y ha generado "inconformidad,
insatisfacción y, en no pocos casos, condujeron a que este mecanismo, además de
burocrático, se convirtiera en una fuente de especulación y
enriquecimiento".
Los mercados
Por el bloqueo de EE.UU., los cubanos
tuvieron que inventar piezas de repuesto para sus automóviles estadounidenses. Hasta 2010 los cubanos solo podían comprar
legalmente autos usados anteriores a 1959, algo que elevó disparatadamente los
precios. Por ejemplo, un jeep de los años 40, adaptado con un motor moderno de
diesel, puede llegar a costar hasta US$50.000.
Mientras entre extranjeros un vehículo francés con 10 años de uso podía
costar unos US$3.000, en el mercado de cubanos se disparaba a US$18.000 y se
vendía sin hacer el cambio oficial de nombre porque estaba prohibido el
traspaso. Se espera que la posibilidad de comprar vehículos nuevos baje los
precios de los de segunda mano que hasta ahora eran la única opción de la
mayoría de los cubanos con recursos económicos.
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