
Muy temprano en la mañana, Adriana Álvarez ya estaba lista con su uniforme de McDonald's para llevar a su hijo a la guardería. Pero este jueves no va a ir a trabajar, va a las protestas por un salario de US$15 la hora.
Ahora gana US$9,75 y pese a que trabaja "a tiempo completo" en un restaurante de Chicago, como muchos en la industria de la comida rápida en Estados Unidos, no llega a fin de mes, necesita de la ayuda del Estado. "El mes pasado hice US$575. ¿Qué se supone que voy a hacer con eso?", le dice a BBC Mundo.
La respuesta de más de la mitad de las familias de los empleados de restaurantes de comida rápida es acudir a alguno de los programas de ayudas del Estado.
De eso trata el estudio "Comida rápida, salarios de pobreza" publicado en enero de 2013 por el Instituto de Trabajo y Empleo de Universidad de California. El informe calcula que las ayudas a los trabajadores del sector de la comida rápida le cuestan al Estado US$7.000 millones al año.
Adriana, por ejemplo, hasta hace poco recibía ayuda para la compra de alimentos, pero cuando solicitó renovarla le fue denegada. "Ahora, pagado por el gobierno sólo tengo el seguro médico de mi hijo y mío", cuenta.
Así es que, cuando un estadounidense entra en cualquiera de las grandes cadenas de comida rápida debería ser consciente de que el bajo precio del menú lo termina pagando caro en forma de impuestos.
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