Hasta este Domingo de Resurrección y desde el 5 de marzo, día de la muerte
oficial del comandante Hugo Chávez, su nombre ha sido mencionado en público
5.148 veces por Nicolás Maduro, presidente encargado de Venezuela y candidato
para las elecciones del próximo 14 de abril. La cuenta la lleva el sitio
www.madurodice.com, creado presumiblemente por opositores para poner de relieve
cómo la principal oferta electoral de Maduro –y quizás, su única justificación
política- es la de mantener viva la memoria y el apoyo afectivo al líder
revolucionario. Maduro, quien dice no sentirse intimidado por quienes critican
esa invocación constante, evita, en cambio, pronunciar el nombre de su
principal rival, Henrique Capriles, al tiempo que le da un sesgo religioso a su
campaña.
El sábado, durante un acto electoral en Barinas –tierra natal de
Chávez-, Maduro descargó una lluvia de adjetivos cada vez que se refirió a
Capriles: “El fariseo”, “el burguesito”, “el personaje aquél, el de la
obsesión, el de los ojos puyúos”, “el jefe del odio”. La serie de
descalificaciones del oponente no anticipa ni contención ni respeto en el
crispado clima de una competencia intensa por su corta duración y por lo que
está en juego. Maduro no dudó ese mismo sábado en insinuar que Capriles, el
innombrable, es el jefe de “los herederos de Hitler”, cuando el candidato
opositor es deudo directo de supervivientes del Holocausto. En correspondencia,
Capriles tildó a su rival de “mentiroso” y “toripollo”, una imagen criolla para
designar a una persona de escasas luces y corpulenta.
Así ha sido el tono de la precampaña, que arrancó el lunes 11 de marzo
–fecha de inscripción de los candidatos para la presidencia, tras la muerte de
Chávez- y concluye la medianoche del lunes con el inicio oficial de la campaña
electoral, de tan solo diez días de duración. El Consejo Nacional Electoral
(CNE), ente rector de los comicios, se ha excusado por el momento de regular
este intercambio de insultos aduciendo que carece de normas específicas. No se
puede descartar que las descalificaciones, animadas por el propio presidente
encargado, se vayan agudizando y sean reflejo de la pérdida de un regulador
político; quizás, el propio Chávez. En una de las más enigmáticas declaraciones
ofrecidas por autoridad alguna en 14 años de proceso revolucionario, Diosdado
Cabello, presidente de la Asamblea Nacional, aseguró el pasado 24 de marzo:
“Chávez era el muro de contención para muchas ideas locas que a nosotros se nos
ocurren”.
El recurso de la escalada parece estar en los planes. La primera
prueba de fuego iba a darse el próximo martes, primer día de la campaña
oficial. Tanto Maduro como Capriles anunciaron actos multitudinarios de
apertura en el Estado de Barinas, considerado un coto vedado del chavismo, no
sólo por sus consecutivos éxitos electorales sino, sobre todo, porque es el
terruño del líder desaparecido y de su familia. Maduro denunció la coincidencia
como una provocación y dijo que “el candidato de la burguesía no nació en
Barinas”. Capriles sopesó las presiones y postergó por un día su presentación
en ese Estado; comenzará su campaña en Monagas, al este del país. Entre sus
consideraciones debió estar el recuerdo de que, durante la campaña presidencial
del pasado octubre, dos de sus seguidores fueron asesinados allí por militantes
del oficialismo.
Donde seguro que no habrá contención es en el esfuerzo del Gobierno
por transformar la añoranza por el comandante en un culto semirreligioso.
Chávez parece destinado a habitar en el imaginario popular. Esta semana se
abrió una capilla denominada San Hugo Chávez en el 23 de Enero, un barrio popular
del oeste de Caracas, a unos pasos del lugar donde ahora reposan los restos del
líder. El mismo paroxismo de devoción llevó a Antonio Hoyos Arrieta, de 21
años, a quitarse la vida porque no soportaba “la muerte de Chávez”, informó el
diario La Verdad de Maracaibo. Hoyos, cuenta su viuda, tuvo la oportunidad de
viajar a Caracas y contemplar el cuerpo del ex presidente en la capilla
ardiente: “Desde allí no fue más el mismo”, dijo.
Pero las necesidades electorales del chavismo no pueden confiarse a
los caprichos del folklore. Pese a que se da por descontado el triunfo de
Maduro el próximo 14 de abril, dada la voluntad expresa del idolatrado
comandante y la consiguiente movilización de sus fieles, las últimas encuestas
tienden a mostrar una erosión en el apoyo a la candidatura oficial, que parte
con una enorme ventaja sobre Capriles, perdedor ante Chávez el pasado 7 de
octubre.
Por tanto, la comunicación de la campaña oficial –ideada por el asesor
brasileño Joao Santana- busca incentivar el fervor por Chávez y transferirlo a
su apóstol, Maduro. Un vídeo de dibujos animados del canal estatal Vive muestra
al comandante en su llegada al cielo, donde lo reciben otros beatos de la
izquierda latinoamericana como Simón Bolívar, Salvador Allende y el Che
Guevara.
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