Mientras
en La Habana el presidente Hugo Chávez no termina de levantarse de una cama de
hospital, en Venezuela la procesión va por fuera.
"Compleja",
"delicada" y "no exenta de riesgos" son las expresiones con
que el gobierno de Venezuela describe la situación de Chávez.
La
prensa está llena de lecturas, interpretaciones y especulaciones sobre quién,
cuándo y en qué circunstancias el mandatario deberían ser reemplazados.
La
calle no puede sustraerse de ese debate. Pero mientras una parte del país
aguarda con ansias un desenlace que le podría significar un nuevo comienzo,
para la otra simplemente no hay quien pueda ocupar su puesto.
Este
grupo de fervientes partidarios recibe con pocas fiestas y mucha oración las
noticias provenientes de la capital cubana, que sin duda significan que su
presidente, su líder, su inspiración, el "corazón del pueblo" (como
rezaba el eslogan de su más reciente campaña presidencial) está luchando por su
vida, tras haber pasado por su cuarta cirugía contra el cáncer hace tres
semanas.
El
propio vicepresidente Nicolás Maduro reconoció que las caras circunspectas de
quienes informaban de la situación del mandatario obedecían a la enorme
preocupación.
En
los medios públicos no paran las odas al mandatario, sean propaganda o
canciones. Y aunque Caracas vive unos días de respiro - las vacaciones la han
dejado sin aglomeraciones ni prisas -, en los tradicionales bastiones chavistas
la esperanza hace pulso con el pesimismo.
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