Siempre escucho decir una y otra vez, hay que confiar en alguien, es verdad, hay que
confiar, pero el transcurrir de la vida y por la vida, permite seleccionar
minuciosamente a quienes elegir para depositar o compartir ideas, sin embargo,
el tiempo de una u otra forma, se encarga de explicar el porqué suceden
situaciones inexplicables.
Pero hay que entender, que un individuo si no tienes
el privilegio de su propia personalidad, jamás será capaz de demostrar quien es
en realidad, porque el comportamiento que deja sentir es de un ser que actúa
por una vida que no le corresponde. La autenticidad es lo más bello que pueda
dar un ser humano, siempre será sincera con la gente que aprecia, además,
permite conservar una conciencia libre de inquietudes.
No aprender a escuchar y creer saberlo todo, forma
parte de un conglomerado de confusiones que quizás no permite ver las
realidades de los problemas que han sido parte del entorno, hasta el punto de
ser atrapada por un callejón sin salida, dejándose guiar por la ira que no es tan buena como lo perdido, entonces, la
vida pasa factura que no podrá ser contabilizada.
En estos tiempos carentes de confianza, de ser sincero
con uno mismo y hacia los demás, hay que pensar bien como expresar su sentir,
porque en algunos casos, no hay marcha hacia atrás. Es injusto culpar a todos
de lo vivido, al contrario, debe dar gracias a Dios por lo bueno y malo, en la
vida nada pasa por pasar, siempre es por algo.
Estar seguro de si mismo, es el mejor espejo para
obtener lo que quieres y hacia donde vas, pero descargar las frustraciones que
no trata de buscarle una explicación, es de mal gusto culpar a las personas que
son parte del círculo de “amistades”
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