Los cancilleres Elías Jaua y María Ángela Holguín
acuerdan luchar juntos para combatir el contrabando en la extensa frontera
El Gobierno de
Venezuela está intentando por todos los medios no renunciar a su idea estatista
del manejo de la economía. Colombia es su último aliado en el afán de mantener
los controles de precios y derrotar las tercas leyes del mercado. Ese país se
ha comprometido a luchar en la frontera común contra el contrabando de
alimentos básicos, de insumos para la construcción y, en general, de toda
aquella mercancía que está destinada al consumo interno venezolano.
El acuerdo ha surgido después de una reunión entre los cancilleres de
ambos países, Elías Jaua y María Ángela Holguín, celebrada en Maracaibo, en el oeste de Venezuela, uno de los tres Estados
que forman parte de la amplia línea divisoria. Al Ejecutivo de Juan Manuel
Santos también le interesa aliarse con su vecino para proteger su industria,
pero especialmente porque los grandes negocios surgidos al amparo del control
de precios establecido por el chavismo han provocado que se recrudezca la
violencia. “El contrabando financia las bacrim (bandas criminales)”, reconoció
Holguín antes de leer parte de los acuerdos logrados.
Un ejemplo es
la enorme diferencia entre el precio del litro de gasolina de Venezuela -
controlado desde hace 18 años en el país - que se vende en 0.01 dólares al
cambio oficial (Bs 6.30 por dólar), y de Colombia, que cuesta un poco más de un
dólar. En ese amplio margen está el incentivo al contrabando de extracción y
toda una forma de vida para los lugareños. El subsidio del Estado venezolano, calculado
en unos 12.000 millones de dólares anuales, ha distorsionado las relaciones
comerciales y termina por afectar las finanzas colombianas. Se calcula que unos
30.000 barriles diarios cruzan una frontera larga e intrincada que no puede ser
vigilada palmo a palmo.
En 2013, Venezuela padeció un severo desabastecimiento y una inflación de 56,2%, la más elevada del mundo. La escasez alcanzó en diciembre el 22,2%, la cifra más alta desde enero de 2008. Esta colaboración solicitada a
Colombia demuestra que los controles establecidos aquí –las llamadas guías de
movilización, que indican qué cantidad y dónde debe ir cada producto desde que
sale de la fábrica- ya no son suficientes para evitar que al otro lado de la
frontera se vendan esos mismos productos regulados a precios que está dispuesto
a pagar el mercado.
Será, como
reconoció el ministro de Relaciones Exteriores venezolano, un conjunto de
decisiones difíciles de aplicar, pero ambos Gobiernos han manifestado su
voluntad de poner en marcha ese plan de choque. Buscarán, por ejemplo,
mecanismos legales para evitar que los “raspacupos” -los viajeros venezolanos
que aprovechan el control de cambios para obtener divisas mediante su tarjeta
de crédito en Colombia y revenderlas en el mercado negro, que multiplica por
doce la cotización del mercado oficial- consuman en casas de cambio ilegales.
Buscarán
también que los colombianos que viven en Venezuela envíen remesas hacia su país
en pesos, su moneda local. Y evaluarán la posibilidad de devolver todos los
productos básicos que se incauten al otro lado de la línea.
Venezuela y
Colombia también buscarán soluciones al contrabando de los indios Wayuu desde
el Estado Zulia hacia la alta Guajira. Es una práctica ancestral y normal para
ellos porque no reconocen límites territoriales. En el argot popular, ellos son
parte de los “bachaqueros” (por “bachacos”, un tipo de insecto rastrero) porque
andan en grandes grupos y simulan una caravana. “Acordamos cómo abordar el
comercio legal para garantizar el abastecimiento en esa zona”, reconoció Jaua.
La cita se
produce en medio de una semana llena de enfrentamientos entre las autoridades
venezolanas, los indígenas wayuu y quienes viven del contrabando. Este
miércoles en el Estado Táchira, también fronterizo con Colombia, incautaron 939
de toneladas de alimentos básicos listos para ser llevados a Colombia durante
un procedimiento liderado por el número dos del Gobierno venezolano, Diosdado
Cabello. La presencia del presidente de la Asamblea Nacional en un
procedimiento de rutina es la medida para evaluar la profunda preocupación del
Gobierno por un problema que parece escapársele de las manos.
Las medidas son
también un nuevo intento para no ceder al anatema de liberar la economía, una
idea descartada en el imaginario del chavismo. La colaboración que prestará
Colombia se suma también a la reciente aprobación de una Ley de Costos y
Precios Justos, que establece hasta 14 años de prisión para los contrabandistas
de productos regulados, y la suspensión del envío de alimentos y medicinas a
través del servicio de encomiendas particulares.
Todas esas
advertencias se combinan con los llamamientos a fortalecer la débil conciencia
moral de los venezolanos. Antes de comunicar los resultados de la reunión el
canciller Jaua pidió a sus compatriotas de la frontera “reflexionar y
rectificar porque están haciendo mucho daño a la patria”. “Nada justifica dejar
a los venezolanos sin sus alimentos básicos”.
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