La tendencia,
que mide los últimos 20 años, contrasta con el aumento de desigualdad de un 11%
en la media de los países emergentes
La brecha entre
los que tienen más y los que tienen menos crece. El 1% que está en lo más alto
controla el 40% de los activos de un planeta que es cada vez más rico. Y la
mitad de la población que está más abajo disfruta solamente el 1% de los
activos. Como señala Naciones Unidas, la humanidad está profundamente dividida
y la tendencia de los últimos años no es en nada alentadora. Sin embargo, hay
algunas regiones que lograron reducir la desigualdad del lado de los ingresos,
como América Latina.
Entre los 116
países analizados por el programa de desarrollo de la ONU, en la veintena que integra el grupo de los latinoamericanos la brecha en
los ingresos se redujo un 5% de media durante las últimas dos décadas, mientras
que en el conjunto de las economías emergentes creció un 11%. En los países de
renta alta lo hizo un 9% entre 1990 y 2009, un 6% en España y un 6,8% en EE UU.
Estos cálculos no reflejan aún el golpe de la última crisis pero confirman que
la tendencia por lo general se agrava.
El informe, explican los expertos, busca analizar la
progresión a largo plazo. Naciones
Unidas considera que no hay nada inevitable cuando se aborda el creciente
problema de la disparidad de ingresos de las familias. En este sentido, señala
que algunos países están logrando contener o reducir las disparidades renta de
sus ciudadanos a la vez que mantienen un sólido crecimiento económico. Por eso
indican que la tendencia no es uniforme en todas las regiones. Tampoco dentro
de ellas.
Aunque la
desigualdad se redujo por lo general en América Latina gracias al empujón
económico de países como Argentina, Brasil y México, también hay diferencias.
En ocho países se recortaron las diferencias -Brasil, El Salvador, Guatemala,
México, Nicaragua, Panamá, Trinidad y Tobago y Venezuela-, en cinco
prácticamente no hubo cambios -Argentina, Chile, República Dominicana, Honduras
y Jamaica- y subió en el resto.
En el caso
latinoamericano se observa también una mejora general, indican los expertos,
porque hay países como Brasil, México y Nicaragua que tuvieron caídas
destacadas en la desigualdad, del 12,3%, el 8,3% y el 7,7% respectivamente
entre 1990 y 2010. Entre los que mantienen los mismos niveles de desigualdad,
además, hay países como Argentina o Chile que registraron una ligera caída, del
2%. En Paraguay se agravó un 33,2%, un 11,7% en Bolivia y un 9,4% en Colombia.
Más allá de la
óptica regional, el 75% de la población mundial vive ahora en sociedades que
son más desiguales que hace 20 años. Uno de los motivos que explica esta
situación es el proceso de globalización, aunque también jugaron un papel
relevante determinadas políticas adoptadas a nivel nacional. El informe del
PNUD pone en evidencia que este incremento global en la desigualdad sucede pese
a que el crecimiento por habitante en los países emergentes o en desarrollo se
dobló.
“Aunque el mundo
es globalmente más rico que nunca”, señalan los relatores, “más de 1.200
millones de personas siguen viviendo en la extrema pobreza”. En cifras, el 8%
más rico se come la mitad de los ingresos, mientras que al 92% de la población
le queda la otra mitad. “Mucha gente está cada vez más amenazada por la
perspectiva de caer en las garras de la pobreza, como muchos ya lo están”,
señala Helen Clark, la responsable del PNUD.
Esta disparidad
entre ricos y pobres, según la alta funcionaria, lastra el tipo de crecimiento
que permite reducir la pobreza y generar oportunidades. El gran temor de la ONU
es que el incremento de la desigualdad distorsione el proceso político y los
presupuestos públicos dando más voz a las élites. “Esta brecha no es
tolerable”, lamenta Clark.
La desigualdad,
alerta, mina la cohesión social y eleva las tensiones, lo que puede desembocar
en situaciones de inestabilidad y conflicto. Eso, a su vez, ahuyenta a los
inversores. En otras palabras, desde la ONU se insiste que la desigualdad no tiene
sentido económico. Por eso se defiende un crecimiento “inclusivo”, que permita
compartir los beneficios de la actividad económica de una manera más
equilibrada y equitativa.
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