En Cuba hay cinco prisiones de
máxima seguridad, 40 normales y 155 centros abiertos.
Así es la seguridad en las cárceles cubanas |
Por primera vez desde 2004 el gobierno cubano permitió el acceso de la
prensa extranjera a varias prisiones. Dos autobuses repletos de periodistas
visitamos cuatro de los 200 centros penitenciarios que existen en la isla, donde
albergan a 57.000 reclusos.
Normalmente, Cuba no permite el acceso de la prensa ni de
organizaciones internacionales a sus prisiones, lo cual ha provocado no pocas
críticas internacionales.
Ahora busca mostrar los resultados de un sistema de
disminución de rigurosidad, que ha llevado a que la mitad de los presos gocen
de un régimen abierto que les permite trabajar fuera y visitar a sus familias.
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Hay en Cuba cinco prisiones de
máxima seguridad, 40 normales y 155 centros abiertos. Uno de estos es La Lima,
cuyo director, el mayor Jorge Fonseca, dijo a que a nivel nacional
aspiran a tener "al 70% de los internos en régimen abierto".
La visita fue guiada por las
autoridades penitenciarias y no tuvimos acceso a los presos políticos, cuyo
número se redujo a unas pocas decenas después de una liberación masiva en 2010,
pactada con el gobierno español y la Iglesia Católica.
Las críticas al sistema
carcelario
Las condiciones carcelarias en
Cuba han sido muy criticadas en el extranjero y por los disidentes, dos de los
cuales murieron en prisión en huelgas de hambre. Varios de los reclusos que
entrevistamos se quejaron por las largas esperas para el juicio y la dureza de
las condenas.
"Aquí se violan todos los
derechos de los presos, a mí que me manden para la base militar de Guantánamo,
ahí donde están "los malos" pero no se tortura a nadie".
Recluso que se quejó ante los periodistas
Las leyes de Cuba no ponen un
tiempo límite para acusar formalmente a una persona. En la sala de espera,
Delia Enríquez cuenta a BBC Mundo que su esposo lleva ya dos años preso sin
condena, "lo acusan de receptación pero sigue a la espera de que el
instructor presente cargos".
La visita no estuvo exenta de
protestas, uno de los reclusos gritó que no nos dejáramos engañar, que
"aquí se violan todos los derechos de los presos, a mí que me manden para
la base militar de Guantánamo, ahí donde están 'los malos' pero no se tortura a
nadie".
El colombiano Rafael Bustamente
condenado por tráfico internacional de drogas y el italiano Simone Fini acusado
del asesinato de una adolecente cubana, no estaban incluidos en la visita pero
a gritos dijeron a BBC Mundo que eran inocentes y estaban "secuestrados
por la dictadura".
Las autoridades de prisiones que nos acompañaron por el recorrido no
intervinieron en ninguno momento contra los que protestaron, dejaron que presos
y familiares expresaran sus críticas sin interrumpirlos.
Penal de máxima seguridad
Algunos de los detenidos protestaron ante los periodistas por las
condiciones dentro de los penales.
En el Combinado del Este en La Habana se encuentran los presos más
peligrosos de la capital, tanto que a muchos de ellos no se les permite
trabajar. Este penal tiene la tasa de participación laboral más baja del país,
sólo el 27% mientras la media nacional supera el 40%.
Sin embargo, existe un sistema de
premiación a la buena conducta y a la integración que va abriendo puertas, al
trabajo, al estudio, al aprendizaje de un oficio e incluso a la posibilidad de
llegar a ser trasladado a un régimen más abierto.
En la prisión hay escuelas para
aprender oficios y se puede trabajar en un desguace de automóviles chocados. El
ingeniero Rafael Farsa nos explica que "entran unos 25 carros cada semana,
a los cuales les recuperamos piezas por un valor de US$1.000.000 al año".
Los presos ganan un salario de
alrededor de US$20 mensuales pero hay incentivos más fuertes para trabajar, les
aumentan las visitas conyugales, se reduce hasta en 4 meses por año la condena
y avanzan hacia formas más abiertas de reclusión.
Los centros penitenciarios
abiertos
Los presos ganan alrededor de US$20 mensuales por la realización de
diversos trabajos en las cárceles.
Durante los últimos años han
aumentado los centros penitenciarios abiertos de mínima seguridad, a los que se
llega por méritos en los demás penales o porque el delito cometido es leve y el
recluso no representa un peligro para la sociedad, explicó el Mayor Jorge Fonseca.
En ellos se concentran por
ejemplo los condenados por delitos económicos o de corrupción, tan comunes en
estos días. Jesús Quintero, de 60 años, nos confiesa que cumple condena
"por malversar US$250.000 en una firma extranjera".
En estos centros el trabajo es
externo y sin escoltas, en brigadas de construcción de viviendas y en limpieza
de la ciudad. La seguridad es mínima y los reclusos pueden visitar a su familia
una vez al mes durante 72 horas pero si se fugan vuelven al penal cerrado.
Desde que en 2007 Raúl Castro
asumió la presidencia, el gobierno creó decenas de estos centros penitenciarios
abiertos, liberaron a 250 prisioneros políticos, amnistiaron a 3.000 presos
comunes y perdonaron a todos los condenados a penas de muerte.
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