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Complicidad migratoria


Por MARINO BAEZ

Ante la manada de haitianos que ilegalmente se desplazan a territorio dominicano por la frontera y los conflictos suscitados recientemente para que se permita la migración ilegal, son más que sobradas las razones de las autoridades del gobierno, al destacar su interés de regular y coadyuvar a que solo residan en el país aquellos nacionales registrados en el consulado destinado para esos fines y con las documentaciones correspondientes.

La dirección general de migración no puede darse el lujo de dejarse chantajear por el sacerdote Regino Martinez, permitiendo que se violenten las reglas para satisfacer necesidades insoslayables que contribuyen a desestabilizar el marco jurídico constitucional, razón por la que deben actuar con suficiente valentía y sin dejarse doblegar por un país, que en complicidad con otras naciones han hecho bastante daño a la República Dominicana, mediante acusaciones malsanas diseminadas ante la CIDH (Corte Internacional de Derechos Humanos).

Es notoria en el país “la complicidad migratoria”, porque el trasiego injustificado e ilegal de haitianos, no solo tiene su epicentro en los reclamos de Organizaciones no Gubernamentales (ONGs), enquistadas en la frontera, sino que también tiene base ilegal en la cúspide política y militar que durante décadas han hecho fortunas a través de negociaciones fraudulentas, lo que demuestra que “no hay peor ciego que aquel que no quiere visualizar las heridas para curarlas a tiempo”.

Además de regular bajo el marco de la ley la desafortunada migración, es deber de las autoridades poner en marcha oportunas investigaciones para descubrir en poder de quienes está el traslados de tantos haitianos, que sin un papel regulatorio para transitar por las calles dominicanas, cometen delitos y trasiegan armas ilegales para venderlas, además de sustituir la mano de obra, a pesar de la insistente demanda de empleo que tenemos en el país.

En sus pretensiones de unir el territorio dominicano, los haitianos tienen su historial definido en el denominado “Movimiento La Quinta Columna”, que por tiempos remotos a militado en el país con el propósito de invadirnos pacíficamente, hasta hacer de República Dominicana su propio territorio, con poder, pero sin nacionalidad, por lo que las autoridades, que tarde han abierto los ojos, deberán elaborar planes estratégicos a fin corregir con gallardía el fenómeno migratorio en toda su extensión.

Tomando en cuenta que los derechos y deberes están concatenados para regular la usurpación de funciones y de puestos en la administración del empleo, tal como lo establece el acápite de E de la Ley Migratoria, es obligación del gobierno “determinar la cuota laboral anual y de recursos humanos calificados, para las necesidades del mercado, previa consulta a los constructores, productores agrícolas, sindicatos, empresarios, comerciantes, asociaciones e instituciones; asumiendo con rigor, en cuanto a las zonas francas y turismo se refiere, lo ordenado en los Artículos 9, 49 y siguientes de la Ley General de Migración y los artículos 135 y siguientes del Código de Trabajo de la República Dominicana”.

Ante las medidas audaces y radicales tomadas por las autoridades, para no permitir la entrada de ilegales al país, aun con las pretensiones, el arbitraje y chantaje de Regino Martinez, es propicio cumplir y hacer cumplir las leyes, en vista de que no podemos contar con personas recorriendo las calles como chivos sin ley, que precisamente, es lo que está sucediendo con miles de haitianos y personas de otras nacionalidades.

Remontándonos al pasado, los haitianos ocuparon el territorio dominicano durante 22 años y desde un tiempo hasta esta parte han llegado como hormigas al país, tratando de escapar de los problemas sociales que se encuentran en su natal Haití, problemas que deben ser enfrentados por su propio gobierno, mediante inversiones en proyectos de desarrollo que contribuyan al fortalecimiento de su economía y permitan habitarlo dignamente sin tener que apilarse ilegalmente en los más recónditos pueblos y campos de nuestra nación.

A merced de todo lo imprevisto y las iniciativas del gobierno por “defender la nacionalidad”, es importante destacar, que aunque a lo largo de la frontera con República Dominicana, siempre han vivido miles de haitianos, fue solo para 1919 cuando éstos comenzaron a cruzar para trabajar como braceros en las plantaciones de azúcar, en consecuencia, esto no le da ningún aval a individuos trepadores y oportunistas para que hagan de la emigración su modus vivendis.

El autor es periodista
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