Por SAUL PIMENTEL almomento.net |
Exponer públicamente las causas que han llevado a Haití a un colapso, es llover sobre mojado. Quien mejor lo ha hecho es el ex presidente de Uruguay, Julio María Sanguinetti, en un artículo que escribió para el periódico El País, de España, en el que señaló: “La triste realidad es que Haití ha vivido de desastre en desastre y no ha sido solamente el terremoto lo que lo ha devastado. Siguen siéndolo la incuria administrativa, la inestabilidad política y la corrupción”.
También es reiterativo decir que República Dominicana es víctima de presión internacional para que cargue por sí sola las consecuencias de los males que, a lo largo de su historia, han afectado a su vecino. Esto lo ha expuesto el Gobierno Dominicano en múltiples escenarios internacionales y, lamentablemente, le han hecho poco caso.
Sería también redundante analizar los pro y contra del Plan Nacional de Regularización de Extranjeros que ejecuta la República Dominicana dirigido a controlar la inmigración ilegal. Entiendo que por más que nos esforcemos en explicar los pormenores de este programa y en resaltar el derecho de los dominicanos a establecer sus propias leyes migratorias, nunca obtendremos un apoyo unánime de la comunidad internacional, la cual siempre se mantendrá recelosa.
No soy pesimista, pero considero que si bien es cierto que el Plan de Regularización es un buen instrumento que debe ser respaldado por todos los buenos dominicanos, NO ES NI SERÁ LA SOLUCIÓN AL CRECIENTE PROBLEMA DE LA INMIGRACIÓN ILEGAL. Es más bien un “calmante”, o lo que es lo mismo, una aspirina para un paciente que está aquejado de una enfermedad crónica. Es posible que se “regularicen” doscientos mil, trescientos mil o más, pero aún así otros volverán, y en seis meses o menos tendremos el mismo problema de haitianos deambulando por nuestros campos y ciudades. Esto así, porque los males económicos y sociales de Haití seguirán agravándose, y sus moradores no tendrán otra salida que emigrar hacia la República Dominicana a través de una “inexistente” frontera, o dirigirse en yola hacia islas del Caribe o a algún país americano.
Un GRAN PROBLEMA QUE NO HA SIDO TOMADO EN CUENTA por el Gobierno Dominicano ni por organismos internacionales es que en Haití la mayoría de la población NO TIENE acta de nacimiento y mucho menos cédula. Aunque Usted no lo crea, millares de haitianos, aunque están vivos, en la práctica no lo están debido a que no poseen documentos de identidad (no son “de aquí ni son de allá”). (Se me ocurre pensar que los verdaderos apátridas no están en la República Dominicana sino en el propio Haití) y esto constituye una gran violación a los derechos humanos.
Una pregunta obligada es: ¿cómo puede exigírsele al Gobierno de Michel Martelli que entregue documentos a haitianos que viven ilegalmente en la República Dominicana, cuando en Haití los propios moradores carecen de ellos?. En estas circunstancias no hay que ser un sabio para concluir en que el PLAN DE REGULARIZACIÓN, SERÁ UN ROTUNDO FRACASO EN LO QUE RESPECTA A LOS HAITIANOS.
Entiendo que como la República Dominicana es la más afectada por el problema haitiano, debería cambiar su estrategia internacional: en vez de canalizar tantos recursos para convencer a organismos y gobiernos sobre las “bondades” de su Plan de Regularización, debería concentrar su artillería en la meta de lograr que las grandes potencias, entidades y personas que ahora emiten pronunciamientos a favor de Haití, se incorporen a la titánica tarea de ayudar a que este país, por primera vez en su historia, tenga instituciones fuertes.
El primer paso en este sentido necesariamente debería ser OBLIGAR A QUE LOS HAITIANOS TENGAN UN REGISTRO CIVIL en el que estén inscritos los nacimientos, la filiación, el nombre y apellido, el nombre y apellido de las personas, los fallecimientos reales o presuntos, los matrimonios, las guardas, la patria potestad, las emancipaciones, las nacionalizaciones y los profesionales en distintas áreas. Sin este registro nunca los haitianos podrán progresar, pues ahora no pueden realizar ningún tipo de operación y mucho menos elegir debidamente a sus autoridades o ser beneficiarios de ningún programa social
Posteriormente hay que embarcarse en la tarea de REORGANIZAR EL ESTADO en toda su extensión, partiendo desde cero. Es imprescindible que Haití cuente con instituciones sólidas, pues las que existen son desorganizadas y endebles.
Mientras no haya Estado y sus instituciones estén débiles, nunca este país podrá superar los cuadros de pobreza que presenta . Y, en consecuencia, nunca podrá ser detenida la emigración ilegal hacia la República Dominicana, Bahamas, Estados Unidos, Brasil y otros países.
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