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Pruebas extremas para garantizar la seguridad de los aviones



Cada avión que surca los cielos recibe el impacto de un rayo al menos una vez al año, en promedio. ¿Cómo logran los fabricantes que sus aeronaves no sufran los efectos de este fenómeno climático y otros peligros comunes?

Los aviones han avanzado mucho desde que los primeros exploradores se lanzaron a los cielos equipados con sus chaquetas de cuero, sus gorras y sus gruesas gafas de protección. En ese entonces, hacía falta una buena cuota de fe -y buena fortuna- para subirse a sus máquinas voladoras.

En la actualidad, todas las aeronaves son sometidas a pruebas increíblemente complejas y rigurosas. Y tienen luz verde para volar únicamente después de haber pasado una larga lista de pruebas: desde aves que se lanzan contra los motores hasta simulaciones de impacto sobre la cabina o el doblado de las alas a ángulos extremos para estudiar su resistencia.Cien años más tarde, los pilotos llevan el mando de aparatos altamente sofisticados construidos a partir de materiales especiales, como la fibra de carbón, y capaces de operar en buena medida gracias a computadoras. Los días de volar "sobre un ala y una oración" han quedado atrás.
En evolución

En los últimos diez años, los métodos de prueba han sufrido cambios importantes, tanto para las simulaciones en tierra como para aquellas realizadas mediante ordenador. En ambos casos, el objetivo es minimizar el número de horas de prueba en vuelo de cada aeronave.

Los accidentes del pasado- como el de un avión de pasajeros en Dallas Forth-Worth en 1985 durante una tormenta eléctrica o la falla eléctrica que derribó una nave de TWA cerca de Nueva York en 1996- han acelerado la creación de más y más elementos de seguridad ya desde las primeras etapas de diseño. Es decir, mucho antes de transportar pasajeros. Bombardier pone a prueba la resistencia de las alas en este espacio de su fábrica.

Muchos de nosotros hemos experimentado un viaje turbulento en avión, pero esos sacudones de rutina -aunque siempre dan miedo, con esas caídas repentinas o el súbito temblor de las alas- no son nada en comparación con las pruebas durísimas a las que es sometida una aeronave antes de iniciar su operación comercial.

Muchos de los modelos de transporte de pasajeros, por ejemplo, pueden doblar sus alas casi 90 grados en los bancos de pruebas.

Para ver cómo se comportan las alas y el fuselaje cuando la nave lleva tanto carga normal como excepcional a lo largo de su vida útil, los fabricantes realizan las llamadas "pruebas estáticas".
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