
Cuba.-Con la presencia del General de Ejército Raúl Castro
Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, reabrió sus puertas
—luego de casi cuatro décadas— el insigne Teatro Martí, hecho calificado por
Eusebio Leal Spengler, historiador de La Habana, al finalizar la velada, como
un "tributo modesto y pequeño a la nación cubana".
A Fidel y a
Raúl también agradeció Eusebio con su verbo claro y profundo. Al primero, por
su pensamiento profético de que en primer lugar lo que debía salvarse era la
cultura y contribuir así a esta gran obra de la Patria. Al segundo, porque a
pesar de las dificultades económicas que enfrenta nuestro país, tampoco ha
dejado de apoyarnos.
Un aplauso que
parecía no tener fin cuando el Historiador se presentó en el escenario fue el
mejor de los homenajes a su incansable obra de restauración. Poco a poco Leal
Spengler fue hilvanando una tras otras las ideas en lo que sería un magnífico
recuento de la historia del Teatro Martí, institución cultural que ha sido
testigo también del devenir de la nación cubana, no solo cultural, sino también
político.
Eusebio recordó
que el teatro inicialmente se llamó Irijoa, en honor a su primer propietario, y
que fue el 17 de enero de 1899 cuando se decidió darle el nombre de Martí
"para rendir tributo al héroe, al apóstol, al maestro, al político, al
orador insigne". Agregó además, que "nunca será suficiente el tributo
de aquella, de esta y de las venideras generaciones al hombre que supo unir,
inspirar, movilizar, apuntalar la fe de todos aquellos que creyeron en la
posibilidad soñada y diseñada por él".
Igualmente,
rindió tributo a Eduardo Robreño y Enrique Núñez Rodríguez, figuras insignes de
la cultura cubana y "amigos" que permanecerán por siempre dentro de
este Teatro. También especial resultó el reconocimiento a los trabajadores,
estudiantes, inversionistas, constructores y a todos aquellos que de una u otra
forma intervinieron en la compleja y minuciosa restauración de la obra.
"Nos parecía imposible a veces —dijo—, pero aquí estamos".
Poco más de una
hora se extendió el magnífico espectáculo para el cual, ciertamente, tal vez no
pudo escogerse mejor fecha y traer de vuelta al mismo escenario de tantos años
obras cumbres de nuestra cultura e identidad. Y volvieron a sentar plaza allí
el humor con sus estampas costumbristas y las zarzuelas con interpretaciones de
renombres; otra vez los aplausos, y el telón de cierre... otra vez el Martí ha
vuelto a la vida habanera.





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