Las voces que piden el cese del embargo financiero impuesto por Estados Unidos a Cuba desde la década del 60 han existido siempre. Dentro y fuera de la isla. Y también las que manifiestan su apoyo a esta política que impide las transacciones económicas entre Cuba y Estados Unidos.
Pero tras las recientes medidas económicas aprobadas por el presidente cubano Raúl Castro, parecería que existe un entorno político internacional que cada día que pasa se pone más de cara para La Habana.
Un ejemplo reciente fue el éxito de convocatoria en la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en la capital cubana a mediados de febrero, a la que asistieron la mayoría de los presidentes latinoamericanos.
Y el posterior anuncio de la Unión Europea de su intención de volver a negociar con Cuba, flexibilizando su postura hacia el gobierno de Raúl Castro.
Incluso hasta en el exilio de Florida en EE.UU., el bastión de la oposición a los más de 55 años con los Castro en el poder, se ven movimientos cada vez menos favorables con la política del embargo.
Más bien por cansancio y aburrimiento, lo que era en tabú es ahora objeto de debate: ¿habría que terminar con el embargo?
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