Luego de la segunda guerra mundial soldado japonés se
ocultó 29 años en la selva, hoy se anuncia su muerte
Onoda, conocido
por ser el último combatiente del conflicto bélico en rendirse, pertenecía a
una pequeña unidad japonesa que quedó aislada en la isla de Lubang en medio del
avance de las tropas estadounidenses.
Sus órdenes
eran no rendirse nunca o suicidarse, y a eso se atuvo durante todo el tiempo,
rehusándose a creer que las hostilidades habían terminado.
Finalmente se
rindió en 1974, cuando su comandante voló a Filipinas para rescindir la orden,
29 años después de que hubiera terminado la guerra.
Al año siguiente
siguió los pasos de su hermano mayor, Tadao, y se mudó a Brasil, donde su
principal ocupación fue criar ganado en el estado de Mato Grosso do Sul. Regresó a Japón
en 1984, donde se dedicó a organizar campamentos de supervivencia.
El fin de la guerra, "estratagema" de EE.UU.
En su estadía
en la isla filipina, el soldado japonés se encargó de inspeccionar las
instalaciones militares y tuvo disputas ocasionales con los residentes locales.
Otros tres
efectivos se encontraban con él al final de la Segunda Guerra Mundial: uno
salió de la selva en 1950 y los otros dos murieron, uno de ellos en 1972 tras
enfrentamientos con tropas filipinas.
Onoda sorteó
varios intentos de provocar su rendición y más tarde llegó a decir que ignoró
las partidas de rescate enviadas y los folletos lanzados por Japón como
"falsas estratagemas".
"Los
folletos estaban llenos de errores, así que pensé que eran un ardid de los
estadounidenses", dijo en una entrevista con la cadena estadounidense ABC
en 2010.
"Me
convertí en oficial y recibí una orden. Si no hubiese podido llevarla a cabo,
hubiese sentido vergüenza. Soy muy competitivo", añadió el japonés.
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