El abandono del pontificado por
parte de Benedicto XVI muestra que la Iglesia tiene algún grado de
contaminación mayor con ciertas cuestiones propias de la modernidad, por
ejemplo la idea de que el soberano no es una figura iluminada sino un
gestor".
BBC MUNDO, El anuncio de renuncia del papa Benedicto XVI fue
saludado por líderes católicos y jefes de Estado como un ejemplo de valentía,
pero supone un reto inédito en la historia moderna para la Iglesia y la imagen
de su máximo líder, advierten expertos.
La renuncia de Benedicto XVI y
los motivos de debilidad física esgrimidos al anunciarla también sacuden de
alguna forma la idea que la propia Iglesia ha creado a lo largo de la historia
sobre la figura de su líder.
De acuerdo a la religión
católica, el Papa recibe un mandato de Dios para conducir la Iglesia. Durante
mucho tiempo se consideró normal que ese mandato se ejerciera hasta la muerte,
como suelen hacer los reyes.
“Si usted es escogido por el
Espíritu Santo, como lo es el Papa, no importa mucho si está esclerosado, con
Alzheimer o cualquier cosa, porque eso no existe en la relación del hombre con
Dios”, explicó Edgar Leite Ferreira, profesor asociado de historia de las
religiones en la Universidad Estatal de Río de Janeiro (UERJ).
Aunque el derecho canónico admite
la posibilidad de dimisión del Papa, Leite consideró que la renuncia de
Benedicto XVI “va contra toda una tradición” y “es un fenómeno raro en la
Iglesia” que expresa una necesidad de ajustar su modo de administrarse.
“Muestra que la Iglesia tiene
algún grado de contaminación mayor con ciertas cuestiones propias de la modernidad,
por ejemplo la idea de que el soberano no es una figura iluminada sino un
gestor”, dijo a BBC Mundo.
Como ejemplo citó el escándalo
reciente por una filtración de documentos reservados del Vaticano, que demostró
que en tiempos actuales “el poder del Papa ya no es más tan solitario, aislado
y mayestático como antes”.
Otros escándalos recientes por
abusos sexuales dentro de la Iglesia o investigaciones por presuntos manejos
“non sanctos” de fondos en el banco del Vaticano también complicaron la gestión
de Benedicto XVI, que buscó detener la sangría de fieles a nivel mundial.
Diversos analistas han señalado
que, con su decisión, el Papa puede estar buscando influir en el nombramiento
de su sucesor y la línea que tendrá la Iglesia tras su pontificado.
Pero el hermano del Papa, Georg
Ratzinger, declaró a la BBC que Benedicto XVI evitará interferir en los asuntos
de su sucesor, aunque estará disponible si lo necesitan.
Leite evaluó que “desde hace
muchas décadas (Benedicto XVI) influye en la Iglesia Católica y va a seguir
haciéndolo”, aunque eso no quiera decir que se apresta a elegir a un sucesor a
dedo.
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