MEXICO.- La peor explosión
en Ciudad de México en los últimos 30 años ocurrió este jueves a las 3:55 de la
tarde hora local, el momento en que empezaba el cambio de turno en el edificio
B2 de Pemex, en pleno corazón del Distrito Federal.
"Estaba
sentado, laborando, de repente oí una explosión, se cimbró el edificio como si
temblara fuertísimo, se vino todo el polvo hacia adentro, por mi espalda
cayeron piedras, vidrios. Empezamos a ver gente herida, gente llena de tierra,
de polvo. Nos evacuaron inmediatamente", le dijo un testigo.
Horas después se
tendría la dimensión brutal de lo provocado por la explosión: al menos 25
muertos y un centenar de heridos.
Sin embargo,
pasadas las cuatro de la tarde, cuando las cadenas de televisión empezaron a
suspender sus programas habituales para informar sobre la explosión, sólo se
hablaba de la evacuación del edificio, uno más del complejo central de la
empresa de Petróleos Mexicanos, la mayor compañía del país.
De hecho, en su
primer tuit sobre el tema en su cuenta oficial, la compañía decía: "Como
medida de prevención, estamos desalojando la torre Pemex en el DF por una falla
en el suministro de energía eléctrica".
Según su relato,
la explosión ocurrió en el sótano, donde se encuentran los estacionamientos.
"En la planta baja está la contabilizadora, intendencia y archivos. En el
primer piso recursos humanos y fotocopiados".
La evidencia de
lo que Silvia Hernández veía con sus propios ojos empezó a filtrarse poco a
poco a la opinión pública.
Minutos después
de su primer tuit, Pemex lanzó otro que decía: "Lo que ocurrió fue una
explosión en el edificio B2 del centro administrativo. Hay lesionados. Hubo
daños en la PB y mezannine".
Las tomas aéreas
mostraban la planta baja desventada, todos los ventanales rotos, partes
derrumbadas y decenas de ambulancias y vehículos de rescate.
La dimensión de
lo ocurrido también la dio la llegada al lugar de los hechos del jefe de
gobierno de la ciudad, Miguel Angel Mancera, y del secretario de Gobierno
-ministro del Interior- Miguel Angel Osorio Chong.
Fue Osorio Chong
quien, poco después de la seis de la tarde, dio el parte que hizo saltar la
cifra de muertos y heridos de manera exponencial. Los fallecidos eran 14 y los
heridos 80.
Cinco horas
después, a las 11 de la noche, el secretario revisaría de nuevo las cifras: en
total eran 25 muertos (17 de ellos mujeres) y 101 heridos, 46 de los cuales
todavía estaban hospitalizados.
A las 8:30 de la
noche, los alrededores del complejo de Pemex, situado en la calle Marina
Nacional, entre Bahía de Banderas y San Hipólito, estaban en calma.
Piquetes de
policía antimotines con escudos transparentes rodeaban el lugar. El silencio de
la noche sólo era roto por ambulancias y vehículos de peritazgo policial que
entraban y salían, o por la rápida visita del presidente, Enrique Peña Nieto.
Un puñado de
periodistas con cámaras de televisión y micrófonos observaba, pero poco
indicaba que en ese lugar se había presentado la peor explosión desde aquella
del 19 de noviembre 1984, cuando murieron más de 500 personas.
Por una extraña
coincidencia, también en esa tragedia estuvo involucrada Pemex: ocurrió en unas
instalaciones de gas que la empresa compartía con compañías privadas. Además de
los centenares de muertos hubo casi mil heridos.
En la calle Marina
Nacional, al lado del complejo central de Pemex, además de a los periodistas
era posible distinguir otro grupo: el de los familiares que esperaban noticias
de sus seres queridos.
Uno de ellos era
Carmen Reyes, quien preguntaba por su esposo, José Eulalio Gutiérrez.
"Estamos
esperando para que me digan si está aquí o voy a buscarlo en los hospitales. He
estado marcando y marcando a su teléfono y me manda a buzón", le dijo a
BBC Mundo.
En medio de la
angustia, Carmen no recuerda a qué horas salía su esposo. O en que sección
trabajaba: "No sé en qué área se encuentra, pero de que está aquí, está
aquí".
"Se están
utilizando todos los recursos de las autoridades para investigar y conocer las
causas del siniestro. Esperaremos el resultado de los peritajes y con
transparencia los daremos a conocer".
"He girado
instrucciones para que las autoridades correspondientes puedan convocar a
expertos nacionales e internacionales que coadyuden en las investigaciones. El
propósito es muy claro: la investigación debe arrojar datos precisos,
confiables y contundentes para conocer el origen y las causas del
siniestro".
Por ahora, ni
las autoridades ni los mexicanos saben la respuesta a eso ni a qué causó la
peor explosión que ha sacudido a su capital en casi tres décadas.
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