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Aunque ha sido exitoso en
distintas áreas y demostrado tener una nueva mística de trabajo, el gobierno de
Danilo Medina ha exhibido en sus primeros cien días un pobre manejo de imagen pública, razón por la cual
muchos de sus logros no han tenido la lucidez necesaria.
Los yerros en este sentido
comenzaron el mismo 16 de agosto. Ese
día, en la Oficina de Prensa del Palacio Nacional nadie sabía a ciencia cierta
quién tenía el texto de la alocución del nuevo presidente, por lo cual los
comunicadores tuvieron que ingeniárselas para obtenerlo y darlo a conocer a la
opinión pública.
El verdadero pandemónium se formó cuando el Mandatario comenzó
a emitir los decretos y los nuevos encargados de la Oficina de Prensa de la
casa de gobierno los dieron a conocer con el obsoleto "método de las
fotocopias", obviando todas las facilidades que ha traído consigo la
informática y la web. Solamente los periodistas más avezados tuvieron la
oportunidad de reportar a tiempo las esperadas designaciones.
(Hubiera bastado
con que el discurso y los decretos fueran colocados en el sitio de internet de
la Presidencia para que los comunicadores hubiesen obtenido los mismos en forma
cómoda y rápida).
En vez de fortalecerlo, en los
días siguientes dicho sitio fue reformado y su formato ahora es deslucido y
confuso, con el agravante de que es el último lugar en donde son colocadas las
informaciones del Presidente y los principales funcionarios.
El pasado fin de semana
dicha página estuvo fuera del aire durante unos tres días por motivos que no
han sido especificados. (Ha sido, sin embargo, novedoso y positivo el hecho de
que la Oficina de Prensa ha estado enviando informaciones directamente a los
correos personales de algunos periodistas o por vía del Twiter).
Estas fallas periodísticas,
unidas al hecho de que el Gobierno suspendió su publicidad como parte de un
"plan de austeridad", y de que hubo un manejo inadecuado del tema
relativo a la Reforma Fiscal, hicieron que la popularidad del Presidente Medina
entrara en un rápido derrotero, que fue rápidamente aprovechado por grupos de
la oposición para atizar protestas
populares.
(Llegó un momento en que la situación parecía una bola de nieve, la
cual crecía a medida que rodaba, dando la impresión de que el Gobierno se
tambaleaba).
Digo que hubo un manejo
inadecuado del tema de la reforma tributaria porque considero que el Gobierno
debió desde un principio poner énfasis no en ésta sino en la amnistía fiscal y
la gran cantidad de pequeños, medianos y hasta grandes empresarios que se
beneficiarían con la misma. De esta forma se hubiera contrarrestado el impacto
negativo que todo aumento de impuestos trae consigo, en cualquier país. Los
encargados de manejar la imagen del gobierno (si es que los hay) debieron de
ingeniárselas para impedir lo que hay ahora, que gran parte de la gente tiene
la impresión de que la reforma es negativa y ha sido provocada por los
"desafueros" de Leonel Fernández y sus funcionarios.
El primero que se dio cuenta de
que la "bola de nieve" crecia y amenazaba con llevarse de encuentro a
todo el mundo, fue Leonel.
Por eso
decidió romper su silencio a destiempo y salir a la palestra pública, con un
discurso por radio y televisión. Aunque algunos han criticado el hecho de que
él hablara, soy de los que entiende que hizo lo correcto y de que logró, al
menos momentáneamente, evitar que la
bola de nieve siguiera rodando.
También el Presidente Danilo
Medina decidió asumir un rol protagónico pronunciando un discurso la semana
pasada en el que enumeró sus planes de gobierno y los logros que, según él, se
han obtenido en los primeros cien días.(En esta oportunidad se repitió la misma
situación del 16 de agosto: que nadie sabía quién tenía el texto de la alocución).
He visto que, en forma paralela, peledeistas de distintos
niveles se han tirado a la "calle del medio" a defender al Gobierno y
al ex presidente Fernández, utilizando distintas tribunas. Ambas cosas, aparentemente,
han hecho reducir a su mínima expresión los planes de políticos opositores de
pescar en río revuelto.
Recientemente yo comentaba a un
legislador peledeistas que la opinión pública es similar a un río después de
fuertes lluvias, el cual siempre ¨baja" sucio, arrastrando desperdicios, y
que por eso la función de los encargados de relaciones públicas de los
gobiernos u otras entidades es echarle agua limpia, para hacer que se aclare.
En estos momentos ya es muy
difícil borrar la impresión que la gente tiene sobre la reforma fiscal. Pero
aún así, algo atinado sería que el Gobierno de Danilo Medina pusiera énfasis en
señalar que independientemente de las causas que la han provocado, había que
adoptar medidas rápidas y drásticas contra los males económicos actuales y que
cualquiera que hubiera tomado el Gobierno, bien fuera Hipólito Mejía u otro,
hubiese actuado igual.
Además, podría ser útil que los
encargados de la imagen pública del Gobierno (si es que los hay), reformen el
sitio de internet de la Presidencia de la República, a fin de que todo el mundo
(incluyendo los no periodistas) acudan allí a enterarse de las noticias
oficiales más trascendentes, las cuales deberían ser subidas en esta página al
instante y no dos y tres horas después, como ocurre actualmente .Para ello,
debe ser reforzado (en calidad, no en cantidad) el cuerpo de periodistas que
acompaña al Presidente.
Una buena idea sería utilizar las
facilidades del sitio You Tube y colocar videos actualizados en el sitio de la
Presidencia, para que la gente los pueda ver cuantas veces quiera. Así, además,
los canales de televisión de las distintas zonas podrían bajarlos y difundirlos
en forma rápida.
No hay que esperar que el
Presidente termine de hablar para distribuir el texto de un discurso suyo. Al
igual como se hace en el extranjero, el mismo puede ser enviado
anticipadamente, pero con "embargo", a los los jefes de redacción de
los medios, a fin de que los trabajen con más conocimiento de causa y los
publiquen acertadamente.
Sería importante que la
exposición de planes y la rendición de cuentas por parte de los funcionarios,
incluyendo el Presidente de la República, no sea cada cien días, sino
mensualmente. Además, que los
relacionadores públicos de las distintas dependencias sean más activos, en lo relativo
a exponer los trabajos de las mismas.
Sin romper con el el nuevo esquema de austeridad ni llegar a
límites extravagantes, el Gobierno necesariamente debe hacer algún tipo de
publicidad, bajo el convencimiento de que la misma no es un gasto sino una
inversión para su propio beneficio.
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