EL VATICANO.- Su Santidad Benedicto XVI ha
hecho sorprendentes revelaciones acerca de la historia de la Navidad. Primero
reveló que no hubo mulas ni bueyes presentes en el portal de Belén, es decir,
en el pesebre.
Ahora
el papa Benedicto XVI vuelve a sorprendernos, al introducir otro cambio a la
milenaria historia de la Navidad.
Los
Reyes Magos, los mismos que hace 2.000 años se encaminaron hacia Galilea
siguiendo la supernova, eran, andaluces. Particularmente de lo que hoy se
conoce como Huelva. Así que, según Benedicto XVI, Melchor, Gaspar y Baltasar
eran andaluces.
Según
señala el Sumo Pontífice en las páginas del libro "La Infancia de
Jesús", los tres visitantes que acudieron para rendirle homenaje al recién
nacido Jesús de Nazaret y entregarle regalos de gran riqueza simbólica -oro,
incienso y mirra- podrían provenir de la antigua Tartessos y no de Oriente como
marca la tradición
Para
explicar el presunto origen andaluz de los Reyes Magos, el papa remite al Libro
de los Salmos y al Libro de Isaías. Ambos mencionan a Tarsis como el punto de
origen de los visitantes.
"Así
como la tradición de la Iglesia ha leído con toda naturalidad el relato de la
Navidad sobre el trasfondo de Isaías 1,3, y de este modo llegaron al pesebre el
buey y el asno, así también ha leído la historia de los Magos a la luz del
Salmo 72,10 e Isaías 60. Y, de esta manera, los hombres sabios de Oriente se
han convertido en reyes, y con ellos han entrado en el pesebre los camellos y
los dromedarios", escribe Ratzinger.
El
Salmo 72,10, citado por el Papa, dice: "Que le paguen tributo los reyes de
Tarsis y de las costas remotas; que los reyes de Sabá y de Seba le traigan
presentes".
Isaías
60, por su parte, reza: "En mí esperarán las costas lejanas; a la cabeza
vendrán los barcos de Tarsis trayendo de lejos a tus hijos, y con ellos su oro
y su plata, para la honra del Señor tu Dios, el Santo de Israel, porque él te
ha llenado de gloria".
"La
promesa contenida en estos textos extiende la proveniencia de estos hombres
hasta el extremo Occidente (Tarsis, Tartessos en España), pero la tradición ha
desarrollado ulteriormente este anuncio de la universalidad de los reinos de
aquellos soberanos, interpretándolos como reyes de los tres continentes
entonces conocidos: África, Asia y Europa", escribe el hombre que dirige
la Iglesia católica en el mundo.
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